Estudios recientes muestran la relación entre la diversidad de bacterias que habitan el intestino humano y enfermedades como la depresión o la ansiedad.
Lo que se está averiguando en los laboratorios sobre la influencia de las bacterias que habitan en nuestro intestino indica que no solo desempeñan tareas fundamentales para la salud de nuestro estómago. También influyen en el estado del cerebro. Esas bacterias ya se han trasplantado experimentalmente en humanos para combatir infecciones intestinales y por la misma vía, o a través de la dieta o de alimentos probióticos, que incluyen microorganismos, servirían para tratar enfermedades psiquiátricas o neurológicas.
Un buen número de experimentos con animales, principalmente ratones de laboratorio criados en condiciones muy controladas, han mostrado que los microorganismos del intestino pueden afectar a su comportamiento y modificar el equilibrio químico de su cerebro. Se ha comprobado, por ejemplo, que cuando se introduce en ratones heces de humanos con depresión reproducen síntomas propios de esa enfermedad. En nuestra especie, también se han observado vínculos entre dolencias gastrointestinales y patologías psiquiátricas como el autismo, la ansiedad o la depresión.
“Ya se han realizado estudios en humanos en los que se compara la microbiota de personas sanas con la de otras que tienen cierta enfermedad y se ha visto que modificando el ecosistema intestinal o sus funciones se pueden reducir los estados de ansiedad”, explica Yolanda Sanz, investigadora del CSIC y coordinadora del proyecto europeo MyNewGut , Sin embargo, añade, “con enfermedades más graves no hay evidencia de causa efecto”.
Sanz también menciona el interés de algo que casi todo el mundo ha experimentado, la relación entre estados emocionales alterados y el malestar intestinal. “En personas con alteraciones gastrointestinales, como síndrome de intestino irritable, se había observado que tienen problemas como la ansiedad o incluso depresión”, señala Sanz. “En estos pacientes con estos trastornos mentales, se ha observado que la mitad tenían problemas del sistema digestivo”, continúa.
la científica del CSIC, queda por delante el reto de comprender qué es causa y qué efecto en las relaciones entre problemas intestinales y mentales. Una de las formas de lograrlo consistirá en realizar intervenciones en los pacientes, “a través de alimentos o bacterias prebióticas o probióticas” que modifiquen los equilibrios entre microbios que marcan la diferencia entre la enfermedad y la salud.
Una serie de estudios publicada recientemente en la revista Science mostraba que una mayor diversidad bacteriana en el intestino estaba relacionada con una mejor salud. Además, vinculaba esa diversidad al consumo de yogur o café, y señalaba a algunos fármacos como los ansiolíticos o los antibióticos o a comer demasiado como culpables de un descenso en la variedad microbiana.
Fuente: pais
Imagen: tierrapost
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