Las monumentales esferas de piedra de Costa Rica “son la
prueba” de que la Atlántida, la mítica isla-continente descrita por el filósofo
griego Platón, estuvo en América
Las piedras esféricas varían entre los entre 0,7 y 2,57
metros de diámetro, y pueden llegar a pesar hasta 16 toneladas.
Las monumentales esferas de piedra de Costa Rica “son la
prueba” de que la Atlántida, la mítica isla-continente descrita por el filósofo
griego Platón, estuvo en América.
Esta teoría, apuntalada por los antropólogos Ivar Zapp y
George Erikson, es una de las muchas que tratan de explicar el origen y la
función de los restos precolombinos que la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) acaba de incluir en la
Lista del Patrimonio de la Humanidad.
Según Zapp y Erikson, las cerca de 200 esferas de entre 0,7
y 2,57 metros de diámetro encontradas hasta la fecha son la evidencia de que en
el delta del Diquís, al suroeste del país, se asentó una sofisticada
civilización marítima. En su investigación La Atlántida en América explican que
esta desarrolló una escuela de navegación, para la cual las piedras esféricas
constituían un importante instrumento. Gracias a ellas, los marineros podían
orientarse y conocer las rutas del mar.
De hecho, basados en la alineación de algunas esferas, los
antropólogos afirman que estas señalaban otros sitios megalíticos, como las
Columnas de Hércules (Gibraltar), las pirámides de Egipto, Stonehenge
(Inglaterra) y la Isla de Pascua. Y sugieren así que los supuestos atlantes
tuvieron relación con otras civilizaciones más allá de su continente.
Las piedras esféricas varían entre los entre 0,7 y 2,57
metros de diámetro, y pueden llegar a pesar hasta 16 toneladas. Foto: BBC
Pero esta no es la más extravagante de las teorías sobre
estas piedras perfectamente redondas de hasta 16 toneladas.
Según la cosmogonía bribri —uno de los grupos étnicos más
numerosos de Costa Rica— compartida por cabécares y otras etnias ancestrales de
América, el dios del trueno Tara lanzaba estas esferas de piedra a los serkes
(dioses de los vientos y los huracanes), con la ayuda de una inmensa cerbatana,
para alejarlos de esas tierras.
Otras creencias, como la que aseguraba que las esferas
guardaban oro y piedras preciosas en su interior, llevaron a la destrucción de
muchas de ellas.
Hasta hay quien afirma que fueron los extraterrestres
quienes las pusieron en la región costarricense, argumentando que el material
del que están hechas, granito, roca sedimentaria y andesita, no se encuentra en
el delta del Diquís.
Obviamente “son creencias basadas en la especulación”, dice
John Hoopes, antropólogo designado por la Unesco para evaluar si las esferas
ameritaban ser sujetas a protección.
Según Hoopes, hay que buscar el origen de las esferas en las
ancestrales técnicas de pulido inspiradas en la erosión natural de las piedras.
“Aunque esta teoría aún no ha sido totalmente articulada y la evidencia que la
apoyaría sigue siendo circunstancial”, aclaró, cauto.
“Los indígenas observaron cómo las fuerzas de la naturaleza
pulieron las rocas y quisieron emularlo con sus técnicas”. Con el tiempo y la
práctica, esto derivó en formas tan perfectas como las de las esferas del
Diquís.
La existencia de las esferas de piedra se conoce desde 1939,
cuando la compañía bananera estadounidense Standard Fruit Company empezó a
deforestar el delta del Diquís para cultivar plátano.
Desde 1970, las autoridades costarricenses protegen las
piedras precolombinas y sus emplazamientos. Y en este sentido, la declaración
de la Unesco adquiere mayor relevancia, en vista de dos proyectos que, de
desarrollarse, podrían generar daños en los asentamientos.
BBC Mundo