miércoles, 10 de junio de 2015

Así se origina el olor a lluvia( video)

El origen del característico olor a lluvia y tierra mojada que se queda en el ambiente tras una ligera llovizna ha sido fruto de mucha especulación científica pues no se sabía cuál era el mecanismo por el que se liberaba. Este inconfundible aroma tiene incluso nombre propio: petricor, derivado de dos palabras griegas petros que significa piedra, e ikhôr que es el líquido que fluye por las venas de los dioses en la mitología griega. Ahora un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) cree haber dado con este mecanismo. Es más, lo ha grabado en vídeo.

Utilizando cámaras de alta velocidad, los investigadores han observado que, cuando una gota de lluvia choca contra una superficie porosa, atrapa minúsculas burbujas de aire en el punto de contacto. Al igual que el gas en una copa de champán, las burbujas viajan hacia arriba a través de la gota para explotar una vez llegan a la superficie, liberando con ello una pequeña cantidad de aerosoles, o nubes de partículas en suspensión, procedentes del suelo.
En su estudio, Cullen R. Bruie, profesor asociado de Ingeniería Mecánica en el MIT, y el investigador post doctoral Youngsoo Joung, han sido capaces incluso de predecir la cantidad de aerosoles que se liberan dependiendo de variables como la velocidad de caída de las gotas y la permeabilidad y porosidad de la superficie de contacto.

Para ello grabaron con cámaras de alta velocidad gotas de “lluvia artificial” generadas en su laboratorio a medida que chocaban con una serie de superficies, según iban variando la velocidad de las gotas al dejarlas caer desde diferentes alturas. A partir de este experimento concluyeron que los aerosoles parecen liberarse en mayor cantidad durante lluvias ligeras o moderadas, tras lo que pueden ser transportados por el viento.
Los investigadores piensan que, en el medio natural, estos aerosoles pueden arrastrar no solo aceites vegetales y otros elementos aromáticos almacenados en el suelo, sino también bacterias y virus. “Hasta ahora no se sabía que se pudiesen generar aerosoles a partir de la caída de gotas de lluvia en el suelo”, dice Joung. “Este hallazgo puede ser un gran punto de partida para trabajos futuros que revelarán cómo microbios y químicos que se encuentran en el suelo pueden liberarse al medio ambiente e, incluso, llegar hasta los seres humanos”. “Se trata de un fenómeno tremendamente común y es raro que nadie haya observado este mecanismo anteriormente” comenta Bruie.
Buie y Joung han publicado sus resultados en la revista Nature Communications.

Grabado a alta velocidad
Los investigadores realizaron hasta 600 experimentos con 28 tipos de superficie: 12 materiales sintéticos y 16 muestras de suelo. Además de comprar suelos comerciales, Joung tomó muestras del suelo en los alrededores del MIT y a lo largo del río Charles, en Boston (EE UU), que discurre junto al campus del MIT.

Luego construyeron un sistema de cámaras de alta velocidad para capturar el impacto de las gotas. Al poder observar la caída de una gota 250 veces más despacio que su velocidad real, las secuencias obtenidas revelaron un mecanismo que nadie había observado anteriormente: cuando la gota se estrella contra la superficie comienza a aplastarse y, simultáneamente, pequeñas burbujas se crean en el punto de contacto con el suelo, atraviesan la gota y son lanzadas al aire. Dependiendo de la velocidad de caída de la gota y las propiedades de la superficie sobre la que cae, una nube de “aerosoles frenéticos” se dispersa.

“Los llamamos frenéticos porque se pueden generar cientos de gotas de aerosol en un periodo corto de tiempo, unos pocos microsegundos”, explica Joung. “Además, hemos descubierto que se puede controlar la velocidad de generación de aerosoles variando las propiedades del suelo y la velocidad de impacto”, añade.

Joung continúa realizando experimentos similares, utilizando superficies impregnadas con bacterias del suelo y patógenos como E. coli para observar como los contaminantes pueden ser dispersados por las lluvias. En su investigación actual también se depositaron tinturas en las superficies y, posteriormente, comprobaron que las gotas de aerosol dispersadas eran capaces de arrastrarlas, lo cual confirmaría que este mecanismo puede dispersar las sustancias depositadas en el suelo.

“Para prevenir la trasmisión de microorganismos desde la naturaleza a los humanos necesitamos comprender los mecanismos de los que se sirven. Gracias a este trabajo hemos descubierto uno de estos mecanismos”, concluye Joung.


PAIS

.¿De que color es realmente el mar?


Nuestra propia experiencia nos dice que el color del mar puede cambiar de manera significativa dependiendo del momento y el lugar: desde azules turquesas a verdes muy claros, pasando por azul oscuro, grises y marrones.
¿Por qué será entonces que todos creemos que el mar es azul?
Resulta que las variaciones en el color de los océanos son fruto tanto de factores físicos como biológicos.

El agua pura es por supuesto incolora. Pero aun así, si nos fijamos en las profundidades, donde la luz no llega fácilmente, se nos aparece azul oscura.
Esto se debe a ciertas reglas básicas de la física.
Las moléculas de agua absorben mejor la luz que llega en longitudes de onda mayores; esto es, los rojos, naranjas, amarillos y verdes. Solo queda por lo tanto el azul, con longitudes más cortas.
Ya que la luz azul tiene menos posibilidades de ser absorbida llega a mayores profundidades, lo que hace que el agua se vea de este color.

Pero la biología también cuenta, ya que lo que más influencia tiene en el color del mar son unos pequeños microorganismos llamados fitoplancton.
Generalmente más pequeños que la cabeza de un alfiler, estas algas unicelulares usan pigmentos verdes para capturar la energía del sol para convertir agua y dióxido de carbono en los componentes orgánicos que forman sus cuerpos.
A través de esta fotosíntesis son responsables de generar aproximadamente la mitad del oxígeno que los humanos consumimos.
De forma crucial, el fitoplancton absorbe radiaciones electromagnéticas en los rojos y azules del espectro visible, pero refleja los verdes, lo que explica por qué las aguas en las que habitan se ven verdes.

Pero entonces, ¿cómo hacen los científicos para determinar el color del mar y los océanos?
La técnica más usada consiste en valerse de satélites con instrumentos para medir la intensidad de la luz visible que viene del agua.
La mayor parte de la luz del sol que se acerca a la superficie del mar es capturada por partículas en el aire. Lo que queda es bien absorbido o se dispersa en el agua.
Pero cerca de un 10% rebota y vuelve a la atmósfera, y potencialmente en la dirección del satélite, que mide cuánto de esta luz se encuentra en los verdes o azules del espectro.
El año pasado investigadores estadounidenses publicaron un estudio que mostraba que los niveles de clorofila en los océanos habían cambiado en el mundo entre 1998 y 2012.
En el estudio no pudo observarse ninguna tendencia, pero los cambios de colores registrados por los satélites sugieren que los niveles de clorofila disminuyeron en algunos mares del hemisferio norte, y crecieron en partes del sur.
Esto ha llevado a algunos a sugerir que zonas marinas con bajos niveles de clorofila, conocidos como "desiertos oceánicos", se están expandiendo como resultado del incremento de la temperatura del mar.
Pero algunos opinan que todavía no hay datos suficientes para probar cómo el calentamiento global está afectando los niveles de fitoplancton en el mar, que podrían variar de forma natural en ciclos de 15 años o más.
Algunos estudios sugieren que los científicos deberán monitorear el color del océano durante más de 40 años para poder sacar conclusiones.
Solo entonces podremos determinar si el color del océano ha cambiado, y en qué grado.
Y de ahí saber si los humanos estamos teniendo algún impacto en los niveles de plancton existentes, y por lo tanto influenciando el ciclo del carbón.

 BBC

un dia como hoy.Primera bruja de Salem en morir en la horca


10-06-1692
Un día como hoy, en el año 1692, Bridget Bishop, la primera persona en ser juzgada en los juicios de Salem, fallecía en la horca tras ser declarada culpable de practicar brujería. Todo había comenzado algunos meses atrás, en febrero de 1962, cuando dos niñas de 9 y 11 años de edad, la hija y la sobrina del Reverendo Samuel Parris, comenzaron a experimentar convulsiones y a manifestar misteriosos síntomas. Un doctor concluyó que las niñas estaban sufriendo los efectos de un acto de brujería. Ellas corroboraron el diagnóstico y, ante la presión del médico y de sus padres, nombraron a los presuntos responsables de su sufrimiento. Los primeros residentes de Salem en ser acusados de brujería fueron Sarah Goode, Sarah Osborne y Tituba, un esclavo indio proveniente de Barbados. Tituba confesó el crimen, y ayudó a las autoridades a identificar a las demás brujas de Salem. En junio de 1692 se convocó a un tribunal especial para juzgar a los acusados. Bridget Bishop había sido identificada como bruja por más personas que cualquier otro acusado, por lo que fue la primera en someterse a juicio. Bridget Bishop fue ahorcada, y a ella le siguieron otras 13 mujeres y 5 hombres.

 
Imagen: Shutterstock

.Alarma en el mundo por la detección de 'zonas muertas', sin vida, en el Océano Atlántico


Sucedió a unos cientos de kilómetros de la costa de África occidental, en donde un equipo alemán y canadiense de investigadores detectó 'regiones muertas', con niveles extremadamente bajos de oxígeno.
Según el estudio de los científicos, son áreas empobrecidas de oxígeno, que se forman en remolinos y se trasladan hacia el oeste, a velocidades de entre 4 y 5 kilómetros por día. La mayor parte de la fauna marina es incapaz de sobrevivir en ellas, más allá de ciertos microorganismos. Así, cualquier animal que respire el 'agua muerta' de estos remolinos muere, lo que, desde luego, abre las puertas a la posibilidad de una muerte masiva.
Los científicos explicaron que las mortíferas condiciones de estas regiones están dadas por la rápida circulación del agua, dentro de los remolinos, que dificulta el intercambio de oxígeno. A ello se suma el fenómeno por el cual la misma rotación genera una capa de varias decenas de metros de espesor, en la superficie de los remolinos, en donde se ve favorecido el crecimiento de plantas que, al descomponerse, consumen el oxígeno.
"Antes de nuestro estudio, se creía que las aguas abiertas del Atlántico Norte tenían concentraciones mínimas de oxígeno de aproximadamente 40 micro moles por litro de agua de mar", explica Johannes Karstensen, autor principal del estudio. Sin embargo, estas proporciones han disminuido con respecto a las mediciones realizadas con anterioridad.

 
Fuente: Biogeosciences
Imagen: Shutterstock