Nuestra propia experiencia nos dice que el color del mar
puede cambiar de manera significativa dependiendo del momento y el lugar: desde
azules turquesas a verdes muy claros, pasando por azul oscuro, grises y
marrones.
¿Por qué será entonces que todos creemos que el mar es azul?
Resulta que las variaciones en el color de los océanos son
fruto tanto de factores físicos como biológicos.
El agua pura es por supuesto incolora. Pero aun así, si nos
fijamos en las profundidades, donde la luz no llega fácilmente, se nos aparece
azul oscura.
Esto se debe a ciertas reglas básicas de la física.
Las moléculas de agua absorben mejor la luz que llega en
longitudes de onda mayores; esto es, los rojos, naranjas, amarillos y verdes.
Solo queda por lo tanto el azul, con longitudes más cortas.
Ya que la luz azul tiene menos posibilidades de ser
absorbida llega a mayores profundidades, lo que hace que el agua se vea de este
color.
Pero la biología también cuenta, ya que lo que más
influencia tiene en el color del mar son unos pequeños microorganismos llamados
fitoplancton.
Generalmente más pequeños que la cabeza de un alfiler, estas
algas unicelulares usan pigmentos verdes para capturar la energía del sol para
convertir agua y dióxido de carbono en los componentes orgánicos que forman sus
cuerpos.
A través de esta fotosíntesis son responsables de generar
aproximadamente la mitad del oxígeno que los humanos consumimos.
De forma crucial, el fitoplancton absorbe radiaciones
electromagnéticas en los rojos y azules del espectro visible, pero refleja los
verdes, lo que explica por qué las aguas en las que habitan se ven verdes.
Pero entonces, ¿cómo hacen los científicos para determinar
el color del mar y los océanos?
La técnica más usada consiste en valerse de satélites con
instrumentos para medir la intensidad de la luz visible que viene del agua.
La mayor parte de la luz del sol que se acerca a la
superficie del mar es capturada por partículas en el aire. Lo que queda es bien
absorbido o se dispersa en el agua.
Pero cerca de un 10% rebota y vuelve a la atmósfera, y
potencialmente en la dirección del satélite, que mide cuánto de esta luz se
encuentra en los verdes o azules del espectro.
El año pasado investigadores estadounidenses publicaron un
estudio que mostraba que los niveles de clorofila en los océanos habían
cambiado en el mundo entre 1998 y 2012.
En el estudio no pudo observarse ninguna tendencia, pero los
cambios de colores registrados por los satélites sugieren que los niveles de
clorofila disminuyeron en algunos mares del hemisferio norte, y crecieron en
partes del sur.
Esto ha llevado a algunos a sugerir que zonas marinas con
bajos niveles de clorofila, conocidos como "desiertos oceánicos", se
están expandiendo como resultado del incremento de la temperatura del mar.
Pero algunos opinan que todavía no hay datos suficientes
para probar cómo el calentamiento global está afectando los niveles de
fitoplancton en el mar, que podrían variar de forma natural en ciclos de 15
años o más.
Algunos estudios sugieren que los científicos deberán
monitorear el color del océano durante más de 40 años para poder sacar
conclusiones.
Solo entonces podremos determinar si el color del océano ha
cambiado, y en qué grado.
Y de ahí saber si los humanos estamos teniendo algún impacto
en los niveles de plancton existentes, y por lo tanto influenciando el ciclo
del carbón.
BBC
No hay comentarios.:
Publicar un comentario