Son capaces de contraerse y de expandierse en función del voltaje que circula por unos filamentos. Esto supone un paso más en la investigación de biomateriales con aplicación médica.
Han extraído la epidermis de la cebolla y la han recubierto con unos electrodos para hacer unas pinzas. Su aplicación más directa van desde las córneas artificiales, a las válvulas o marcapasos para el corazón, pasando por los geles que actúan como andamios y que permiten guiar la cicatrización de grandes heridas en la piel.
«El objetivo inicial era desarrollar una microestructura en músculos artificiales que incrementara su capacidad de contraerse o estirarse», ha explicado Wen-Pin Shih, el investigador principal. «Y un día descubrimos que la estructura y el tamaño de las células de cebolla eran similares a lo que necesitábamos». Como resultado, han conseguido crear un «músculo artificial» que puede contraerse o expandirse en diferentes direcciones dependiendo del voltaje aplicado con una pequeña pila.
«Hicimos los electrodos de oro con disinto grosor para que la rigidez de las células no fuera la misma en todas las direcciones», ha explicado Shih. Según dice, con una corriente de voltaje bajo las células se expandían y doblaban hacia abajo, hacia la parte más gruesa del filamento de oro, pero con un voltaje más alto, las células se contraían y se doblaban hacia arriba, hacia la porción más fina de la lámina dorada.
Según explica Miguel Manso, investigador ,En su opinión, el dispositivo «primero tendría que demostrar su eficacia en sistemas vivos y posteriormente pasar una serie de pruebas. Como que no produzca rechazo, ya sea alérgico o inmunológico, y que al degradarse no genere residuos perjudiciales».
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