caso Pelluco
En la madrugada del viernes 30 de julio de 1965, recién
pasada la medianoche, un fuerte estruendo se sintió sobre el cielo de Puerto
Montt y sus alrededores. En Pelluco, un balneario ubicado a cinco kilómetros de
esa ciudad, un nutrido grupo de personas que asistía al velatorio de Carolina
Proeschle, una adolescente perteneciente a una distinguida familia de la zona
que había fallecido dos días antes en un accidente automovilístico, también
escucharon el ruido, pero al salir fuera a ver de qué se trataba vieron algo
más sorprendente.
“Mientras acompañábamos el féretro, sentimos el ruido y unas
luces que parpadeaban en las ventanas. Cuando salimos a ver de qué se trataba
vimos algo que nos dejó atónitos. A unos 80 o 100 metros, y a poca altura, una
nave ovalada y de unos 50 metros de diámetro estaba allí. Mostraba una luz
resplandeciente, color violeta con visos anaranjados…el ovni se desplazó
después hacia la ciudad, donde fue visto por otra gente y automovilistas a los
que les descontroló el vehículo totalmente”, explica Arnoldo Flores, un
connotado vecino de la localidad.
Esta es la única foto, que muestra el gran agujero que dejó
la supuesta nave al despegar, que se conserva del incidente ovni de Pelluco.
Las otras fueron “retiradas” por personal norteamericano que visitó la zona.
Alejandro Proschle, uno de los hermanos de la difunta,
agregó en su momento que después de escuchar el fuerte ruido la gente salió a
la calle, donde se topó con el misterioso objeto. “Primero quedó suspendido en
el aire. Tenía grandes luces multicolores y destellantes que atraían y
asombraban. Sobre su forma no podría decir nada, porque era de noche y la luz
nos encandilaba. Se posó en una quebrada cerca de Pelluco, pero ninguno de
nosotros quiso seguir la nave porque nos dio miedo. Al otro día mucha gente fue
al lugar y vio el pasto quemado, los árboles arrancados de cuajo y erosión en
la tierra en forma circular, casi perfecta”.
El Mayor (R) de Carabineros Raúl Gajardo Leopold, quien en
esa época era un teniente de carabineros en una unidad policíaca de Puerto
Montt, relata que dos semanas antes del avistamiento le tocó viajar a Pelluco a
atender una denuncia de una familia que había reportado la presencia de unas
“luces raras en el cielo”.
caso de Pelluco, el misterio todavía
flota en el ambiente. Sólo algunos viejos habitantes de la localidad todavía
recuerdan los alegres e inocentes cánticos de los niños de un hogar de menores
de Pelluco que también vieron el objeto. “Llegaron los marcianos, llegaron los
marcianos,,,
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