Es un dato conocido que la peste negra, o bubónica, se cobró
la vida de 150 millones de personas entre el siglo XIII y el XVII, en Europa.
Lo que pocos conocen es el extraordinario rol que cumplió, durante el brote
letal que sufrió Inglaterra entre1664 y 1666, la población del Distrito de los
Picos de Eyam.
En ese entonces, los habitantes de esta localidad ubicada a
56 kilómetros al sureste de Manchester, en la que ahora viven unas 900
personas, llevaron a cabo un acto heroico: dieron sus vidas para frenar la
propagación de la plaga que ya había matado, solo en Londres, a 100.000
personas.
La peste llegó a Eyam por una muestra de tela infestada de
pulgas, enviada por un comerciante de la capital al sastre local. La muerte del
sastre y su familia implicó también que la “muerte negra” había salido del sur
de Inglaterra, por lo que podría propagarse al resto del país; fue entonces que
los habitantes de Eyam decidieron ponerse en cuarentena y aislarse del mundo
para frenar el avance de la enfermedad. Para esto, desarrollaron un plan
complejo, que incluía el marcado de un perímetro alrededor del pueblo mediante
agujeros en las piedras, para que los comerciantes de los alrededores dejaran
allí los alimentos y retiraran el dinero a cambio sin riesgo de contagio. Para
la primera mitad de 1666 ya habían fallecido 200 personas y a fines de ese año
habían muerto ya 267 de los 344 habitantes de Eyam.
Actualmente, estas piedras agujereadas son una suerte de
atracción de turismo histórico, y allí dejan monedas los visitantes, en honor a
los habitantes del valiente pueblo que frenó el avance de la peste negra en el
Reino Unido.
FUENTE: history
Imagen: Eleanor Ross
Shutterstock
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