domingo, 27 de agosto de 2017

El señor de Sipán, máscara de oro del Señor


 “Dos mil años me contemplan. El pasado me está mirando a la cara”, fue la frase que pronunció para la historia reciente de la arqueología el doctor Walter Alva, tras toparse de bruces con la máscara de oro del Señor de Sipán. Habían sido unas jornadas de extrema dureza, en las que el arqueólogo tuvo que defender, Winchester Tigre en mano, durante largas madrugadas el intento de saqueo de esta importante tumba por parte de los huaqueros.

Pero eso ya pasó, y ahora, el moderno Museo de Tumbas Reales de Sipán, alberga en su seno el ajuar funerario más importante jamás hallado en América, perteneciente a la cultura chimú. Fue en mayo de 1987 cuando se iniciaron las labores de desescombro del increíble yacimiento.

Tras desenterrar el altar de ofrendas con más de 1.300 vasijas, se percataron de la existencia de una gran fosa cuadrangular abierta por los antiguos mochicas sobre la plataforma de adobe para resguardar una magnífica sepultura, cuya existencia ya presentían los directores de la excavación.

Tres metros más abajo, la presencia del esqueleto de un hombre joven, con un escudo en el antebrazo izquierdo y los pies amputados –posiblemente un jefe de su guardia, al que le cortaron las extremidades para que no huyera y protegiera al señor en el otro mundo–, fue la clave que les indicó que algo más abajo estaba el tesoro. Y así, tras profundizar 50 cms más, apareció la efigie de oro que cubría el rostro del noble, cuya edad se ha estimado en 1.700 años. Alva, dejando a un lado la frialdad científica, afirmó que “fue el momento de un instante eterno que jamás olvidaremos”.

En la actualidad Walter Alva dirige el museo que contiene este trascendental descubrimiento, y Quirino Olivera, su mano derecha, se encarga de la gestión y coordinación de todos los objetos que fueron hallados en el interior del sepulcro del Señor de Sipán, el jefe tribal de un valle.

Fuente:
•Entrevista que Lorenzo Fernández Bueno realizó a QUIRINO OLIVERA
•Revista ENIGMAS, nº7