domingo, 5 de junio de 2016

La leyenda de la huida de Jesús a Japón



La mayoría de los cristianos creen que Jesús nació y murió en el Próximo Oriente. Sin embargo, existe una pequeña comunidad japonesa que propone como alternativa una historia completamente diferente.

Esta versión alternativa de la vida de Jesús cayó en el olvido hasta 1935, cuando Kiyomaro Takeuchi (Takenouchi) descubrió supuestamente un antiguo documento en la prefectura de Ibaraki (Japón). El texto de este manuscrito daba a conocer un relato asombroso en el que se afirmaba que Jesucristo fue enterrado en la localidad japonesa de Herai, perteneciente a la prefectura de Aomori.
No solo eso, sino que en el documento además se puede leer que Jesús fue enterrado en Herai junto con su hermano.

El gobierno japonés decidió vetarlo y mantenerlo en secreto. Se convirtió en parte de la colección del museo de Tokio, bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial. Todos los archivos del museo quedaron destruidos por las bombas; sin embargo, la familia Takeuchi había realizado copias de este antiguo texto antes de informar a las autoridades de su descubrimiento.


Copia del documento expuesta en Shingo (Japón). (Check Your Facts)

Una tumba legendaria:
Una de las copias de este documento se encuentra en la actualidad expuesta en un pequeño museo de la localidad de Shingo (conocida tradicionalmente como Herai), cerca de la famosa “Tumba de Jesús.” El análisis del texto demostró que había sido escrito originalmente en antiguo japonés. En la actualidad no hay demasiada gente que conozca este tipo de escritura como para leerlo con facilidad, y este hecho hace casi imposible falsificar un manuscrito de este tipo.
Por otro lado, la primera investigación lingüística demostró que el topónimo tradicional “Herai” no pertenece a la lengua japonesa, sino que es sorprendentemente similar a la palabra “Hebrai”, que significa “hebreo”. En la antigua lengua hebrea la palabra “Herai” se asemeja a la expresión “una montaña”.

Según la descripción que figura junto a la tumba:
"Cuando Jesucristo tenía 21 años, vino a Japón y buscó la sabiduría de la divinidad durante 12 años. Volvió a Judea a la edad de 33 y se entregó a su misión. Sin embargo, en aquel tiempo las gentes de Judea no aceptaron la doctrina de Jesús. En lugar de eso le apresaron e intentaron crucificarle. Su hermano menor, Isukiri, casualmente ocupó su lugar y murió en la cruz. Cristo, que escapó a la crucifixión, soportó los avatares de la travesía y volvió de nuevo a Japón. Se instaló justo aquí, en la aldea conocida como Herai, y murió a la edad de 106 años. En este lugar santo se ha erigido un túmulo funerario a la derecha dedicado a Cristo y una tumba a la izquierda dedicada a Isukiri".



Fuente:ancient-origins

Enterrados vivos...



Caso, MARY BEST:
La joven Mary Best es un caso terrorífico de enterrados vivos, tenía 17 años cuando contrajo el cólera en la India. Siempre sola desde que su adoptiva madre salió del país unos meses antes, Mary sufrió horas de agonizante dolor de estómago y enfermedad, su pulso era cada vez más débil, hasta que, por fin, el médico la declaró muerta.

Fue enterrada en el panteón de su familia adoptiva unas horas más tarde, en el cementerio francés de Calcuta.

Era el año 1871, y las víctimas del cólera eran enterradas en general muy poco después de la muerte para evitar que los gérmenes pudieran expandirse. Además, con el calor tropical de la India, un entierro rápido era más necesario. Nadie cuestionó el entierro apresurado de Mary.

Pero diez años más tarde, cuando se abrió la tumba para enterrar el cuerpo del recién fallecido tío adoptivo de Mary, el enterrador y su ayudante presenciaron un espectáculo horrible.

La tapa del ataúd de Mary, que había sido clavado, estaba en el suelo. El esqueleto de la niña estaba mitad dentro, mitad fuera del ataúd, y el lado derecho de su cráneo tenía una gran fractura. Los dedos de su mano derecha se inclinaban como si se aferraran a algo, tal vez su garganta, y sus ropas estaban rotas.

María, al parecer, no estaba muerta cuando fue metida en el ataúd, simplemente estaba inconsciente. Fue enterrada viva. Las víctimas del cólera caían con frecuencia en coma, y en este estado habían enterrado a Mary. Unas horas o días más tarde se despertó sin saber dónde estaba.

Se supo que el médico que había certificado su muerte tenía mucho que ganar si ella moría, había tratado dos veces de matar a la madre adoptiva de Mary, razón por la cual quizá la madre de Mary se fue de la India, incluso puede que Mary hubiera sido testigo de los intentos de asesinato.

Caso, mujer de 1887:
En 1887, en Francia, una mujer era trasladado a la tumba cuando los enterradores oyeron unos golpes dentro del ataúd. Temerosos de crear el pánico entre los dolientes, no dijeron nada y se procedió a la inhumación. Pero a medida que la tierra caía sobre el ataúd, todos escucharon los golpes.

En lugar de quitar la tapa, esperaron a que llegara el alcalde. Cuando por fin llegó y quitaron la tapa del ataúd descubrieron en el interior que el hombre había muerto de asfixia. Estaban convencidos de que la mujer estaba muerta, y continuaron con los preparativos del entierro. Sin embargo, la enfermera no quedó convencida. Quemó algunas plumas y las agitó bajo su nariz, con la esperanza de provocar una reacción en la supuestamente fallecida.

La reacción fue casi instantánea. Esto último despertó a la mujer de lo que era un trance. Después de su "resurrección" dijo que había sido consciente de la despedida de hijos, y que había visto cuando traían el ataúd, pero se sentía impotente al no poder hablar. Al parecer sufrió algún tipo de parálisis temporal después de dar a luz. Curiosamente, se han descrito varios casos en los que los supuestamente muertos han sido salvados por sus perros, ladrando incesantemente ante el ataúd de su amo e incluso atacando a los portadores del féretro, lo que hizo que se examinara el ataúd descubriendo en algunos casos que se encontrara al ocupante vivo. Quizá los animales, de alguna manera, captan el hilo de vida de las prrsonas, algo que no podremos saber. Algunos de los que escaparon por poco de ser enterrado vivos, sin embargo, acabaron tan traumatizados que nunca se recuperaron.



Imagen:Fotografía real de una niña enterrada viva en Indonesia

“No negamos que existan los espíritus” etnia Rusa



Cerca de San Petersburgo existen varias aldeas en las que vive una antigua etnia rusa:
los izhorianos .

“Y entonces por el cielo voló un cazo de fuego llevándose la felicidad ajena”, recita con dramatismo Nikita, un hombre de pelo negro y unos 30 años, miembro de la etnia izhoriana.

Los izhorianos son una pequeña etnia ugrofinesa de Rusia (en total, según el último censo oficial, en el país viven 50 pequeñas etnias indígenas). Son un pueblo originario de la costa del mar Báltico.

En el siglo XII el papa de Roma en una bula (varios misioneros latinos que intentaron convertir a los paganos a su fe fueron brutalmente asesinados), ahora quedan únicamente varios centenares de personas. Numerosas guerras y convulsiones políticas de la historia reciente han llevado a la cultura izhoriana al borde de su extinción.

Los animales salvajes son muy habituales y nada amistosos: abundan los zorros, los osos y las martas.

La aldea está rodeada por un bosque espeso. El año pasado los vecinos de Vístino llegaron a tomar las armas para enfrentarse a una insolente manada de lobos que atacaron la aldea.

No obstante, es muy raro ver a los izhorianos con fusiles. No son cazadores. En cambio, la pesca siempre ha sido su principal ocupación, casi sagrada para ellos.

Tienen una infinidad de canciones y refranes sobre el mar. Las mujeres navegan en barcas del mismo modo que los hombres.

La lucha por la existencia de los pueblos indígenas del norte de Rusia
“Hace ya dos años que no se celebra el Día del Pescador — se lamenta una anciana —. Lo hemos sustituido por el Día de la Cultura Izhoriana.
¿Y qué cultura va a ser esa sin pescadores?”.

Según el refrán izhoriano el hombre habla tres veces en su vida:
,
"grita al nacer, da su consentimiento en el matrimonio y exhala su último suspiro al morir".

“¿Qué si creemos en los espíritus? Nosotros… no negamos que existan”, contesta el etnógrafo Nikita. “Nuestro sacerdote lucha de forma muy insistente contra ello.

Adornan un abeto en las bodas y después cuelgan ese mismo abeto del tejado. El abeto también acompaña al hombre en su último viaje: sus ramas cubren el camino hacia la tumba. Los familiares del difunto conservan estas ramas durante cuarenta días y después las queman.



Fuente:RBTH